NAVIDAD EN BEMBEREKE
Como
todo el mundo sabe, la Navidad es una fiesta cristiana en sentido estricto,
inculturada en otras mucho más antiguas que celebraban los más importantes
cambios en este reducido espacio del inmenso universo global. Con el paso del
tiempo, esta fiesta ha influenciado la vida de casi todas las sociedades.
En
Benin, como en muchos otros lugares, la fiesta de la estricta navidad se centra
en las comunidades cristianas. En las nuestras en concreto, se hacen coincidir
con el Bautismo de los niños. Algo que contribuye a su embellecimiento. Todos
los templos se adornan con guirnaldas, globos, dibujos, creando el mejor
ambiente festivo posible. Y, claro, no falta el belén, con pocas y sencillas
figuritas, las luces intermitentes y, eso sí, una buena cabaña que semeja a las
más humildes mansiones de nuestra buena gente.
En
algunas de nuestras comunidades cristianas, los jóvenes representan diferentes
escenas del evangelio de Lucas, bajo la admiración de un pueblo que se siente
especialmente identificado con lo que contempla, y desborda frecuentemente sus
sentimientos de admiración, gozo y alegría. Nuestros pequeños pueblos se llenan
de bote en bote, y no son pocos los que no siendo cristianos se unen a la
fiesta, especialmente a la gran comida del día siguiente, regada no con
champán, pero sí con algo de chapalote (especie de cerveza de mijo) y bien
sudado de danzas y cantos interminables. Música y danzas inherentes al ser
africano.
Algo
muy laudable y digno de resaltar es el hecho de que, tanto en la comida de Navidad
(no cena), como la de Pascua, participa toda la gente del poblado, musulmanes,
seguidores de la religión tradicional, etc. Contribución al tan ansiado respeto
a la rica diversidad.
Otro
dato importante es la manera de vestirse. Como la mejor expresión del ser
africano es todo aquello que toca en profundidad lo comunitario, son muchos los
que ese día se visten de la misma manera. Compran el mismo tejido, de la misma
forma, del mismo color, algo que eleva la belleza a lo más sublime. Los
villancicos no existen, pero no faltan cantos al niño de Belén, a la Madre, al
Salvador y Liberador de la humanidad entera.
A
nosotros los misioneros asturianos, y a nuestros amigos de Logroño y Barbastro,
no nos falta casi nada de lo que adorna nuestra comida en España, gracias a la
generosidad de las familias, las amistades y de alguna que otra parroquia como
el grupo de misiones de Pola de Siero. Y hasta podemos compartir con los
chavales de nuestro Hogar-Internado.
Dos
de ellos me han pasado alguna nota para completar esta colaboración. Para ellos
la Navidad es sobre todo la fiesta de los niños. Sus padres hacen lo posible
para que vivan unos días más felices y contentos. Les ponen ropa nueva (¿?),
sobre todo para ir a la Eucaristía y, si se puede, se come un poco mejor, al
menos un pequeño trozo de pollo o de carne de cerdo (a la que yo ya renuncié
para proteger mi débil dentadura), en lugar de los despojos habituales. Y no
puede faltar, claro, el arroz y los spaguetis, todo bien picantito.
Lo
más guapo y simpático son los cantos de los niños por la calle. Cualquier cosa
que suene sirve como instrumento, latas, botellas y algún viejo tambor, mucho
más viejo que el de Rafael (o Raphael, como queráis). Y los menos niños, pues a
jugar al fútbol, pegando patadas a cualquier cosa redonda.
Que
la alegría sea siempre fuente de vida y de paz, y que haga crecer la misericordia
para con los demás. FELIZ NAVIDAD!!! (¿porqué renunciar a esta belle expresión
con largas y rebuscadas frases?). Unidos en una verdadera SOLIDARIDAD (ENCARNACION) con los empobrecidos. Un abrazo. Alejandro.
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